martes, 1 de marzo de 2011

La historia de otro pirata malagueño

Habitualmente no suelo subir a este blog lo que escribo y publico en mi otro blog La Mar de Historias. Y aunque los contenidos de ambos blogs son netamente marítimos, (en uno procuro tocar temas más generales; mientras que en este, todos los temas están relacionados directamente con Málaga y su puerto), en esta ocasión, debido a lo interesante de la historia y al trasfondo de esta (la moraleja), he pensado que aun siendo reiterativo, no estaría de más colgar aquí la columna que hoy he escrito y  publicado, además de en el blog, en la página marítima del diario Málaga Hoy.
La historia de otro pirata malagueño
Al hilo de un asunto personal (un desaprensivo que, abusando de mi confianza, se está dedicando a copiar burdamente y de una forma nada elegante muchas de las cosas que escribo sobre los barcos que llegan a nuestra ciudad), hoy les contaré; y el tema viene muy a propósito, la biografía de otro pirata malagueño.
Nacido, cuentan las crónicas, en las inmediaciones de Nerja en la última década del siglo XVI, Francisco Cruz, que así es como se llamaba nuestro protagonista de hoy, siendo apenas un niño y sin pasar por la escuela, comenzó a trabajar con su padre en la pesca.
Después de unos años faenando por las costas de nuestro litoral, Francisco, aun adolescente, inició su carrera delictiva. Al mando de un grupo de pollastres, y ya con el apodo de  ‘El Pescador’, las hazañas en tierra de este sinvergüenza empezaron a ser reconocidas.
Tras heredar, al fallecer su padre, la barca familiar con todas sus artes, Francisco cambiaba estas posesiones por un pequeño falucho y se hacía a la mar.
Además de contrabandear con cualquier cosa, nuestro protagonista, sabedor de cómo operaban los pescadores del litoral, decidió dedicarse a robarles. Frente a las lentas barcas de pesca, el rápido falucho de Francisco con dos falconetes pedreros a bordo, se convirtió en el azote de estos trabajadores de la mar. Actuando fundamentalmente en las costas almerienses granadinas y malagueñas; y ya con algún delito de sangre a sus espaldas, ‘El Pescador’, comenzó a ser acosado por la ley. Tras diversas persecuciones, y después de salir indemne de un encuentro con una galeaza muy superior a su falucho, nuestro protagonista se vio obligado a refugiarse en la costa africana, desde donde realizó todo tipo de actos de piratería.
Ante la dura competencia que encontró en las aguas norteafricanas y el peligro que suponía volver al litoral andaluz, Francisco se unió a la flota del afamado corsario ‘Blanquillo’; con el cual continuó su carrera delictiva.
En 1623, fuerzas de tierra y mar de la corona capturaban a las huestes del corsario morisco, y la pista de Francisco Cruz ‘El Pescador’ se perdía para siempre.
La historia de un desconocido pirata malagueño que me sirve para recordar que, hoy día, sin necesidad de salir de casa y sin faluchos, abordajes o falconetes pedreros, existen piratas tan desalmados como los que surcaban los mares siglos atrás.
Columna publicada en el diario Málaga Hoy, en la página Marítimas el 1 de Marzo de 2011.

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